Todavía, a día de hoy, no me hago a la idea de como se puede explicar el sentimiento y el dolor, de cuando una relación termina. Es aterrador, agotador, drástico, inhumano... Una cantidad inmensa de adjetivos me vienen a la cabeza para relacionarlo con el sufrimiento. Sí, sufrimiento. Y del duro, del que duele.
La mayoría de las relaciones que conozco... lo pasa mal. Al menos una de las dos partes. Pero claro, hay que tener en cuenta los sentimientos de los dos, de cuando estaban juntos, a cuando estaban separados.
Una pareja es cosa de 2. Y no hay más.
Hay varios motivos por rupturas: que uno de los dos no está a gusto, que no se entienden, que aparece una tercera persona, que se les gastó el amor de tanto usarlo (sí, la canción es real), que no pasan tiempo juntos, que la distancia es el olvido (otra canción cierta)... Muchos son los motivos y más que me he dejado en el tintero.
Pero a lo que yo iba, es al sentimiento de dolor. ¿Cómo se explica ese vacío que se queda dentro cuando tu pareja ya no está? ¿Porqué se te quita el apetito? ¿Porqué te falta el aire? ¿Porqué no duermes? Son preguntas sin respuesta, que son las culpables que nos hundamos en la miseria. Y el tocar fondo... ufff, no es agradable para nadie.
Yo, como tantas de vosotras, lo sufrí hace años. Y sí, lo pasé muy mal, pero... aquí estoy. Y ahora me arrepiento de todo lo que hice por aquel g.......s. Total, hoy me doy cuenta de que no era el hombre de mi vida, y no es que me ría, simplemente me da rabia. Rabia de las lágrimas de derramé por él, cuando ni siquiera se las merecía. Y por el tiempo que desperdicié, pensando que estaba enamorada de él. Cuando ahora me doy verdadera cuenta de que no lo estaba.
Yo vivía en la playa. Estaba lejos de casa y en cierto modo me alegro. Me alegro de estar lejos de casa, porqué no quería que me vieran llorar y el sufrimiento tan inmenso que sentía. Tuve un ángel que me ayudó. Un ángel que hizo que en ningún momento estuviera, ni me sintiera sola. Ella estuvo a mi lado en cada momento, me presentó gente, me animó a salir...
Iba a trabajar sin ganas. Al estar de cara al público, era muy difícil disimular los ojos rojos de haber llorado, pero se hacía todo lo posible por evitar preguntas y soltar una falsa sonrisa, con toda la buena fe del mundo.
Todavía no entiendo (y envidio, de verdad) a esa gente que en casa lleva un duelo y al cerrar la puerta del recibidor, y salir a la calle, llevan una máscara de como si nada les sucediera. ¿Cómo lo harán?
Existen las rupturas definitivas y las rupturas temporales. Estas últimas... son las más tiernas. Son las de las segundas oportunidades. Esas que te separas y cuando vuelves... vuelves porqué de verdad echas de menos a esa persona. Echas de menos su sonrisa de la mañana al darte los buenos días, el beso de antes de ir a trabajar, la compañía en el salón mirando la tv... Y de repente... ese dolor que sentías dentro... se evapora. Se esfuma. Desaparece. Y todo queda atrás. El corazón se recompone (el pobre estaba echo añicos) y poco a poco vuelve a bombear con fuerza cada vez que oyes su voz o te cruzas con su mirada.
Cupido siempre está al acecho.
HASTA LA SEMANA QUE VIENE TRENCER@S.