Lista de Las Olayeras de Belén

domingo, 19 de abril de 2015

Primera presentación de OLAYA



Dicen que toda persona tiene que hacer tres cosas en la vida. Una es tener un hijo, otra plantar un árbol y la última, escribir un libro. Como siempre me han dicho que yo soy algo rara, pues para no perder la costumbre, yo comencé por la última. Lo del árbol, siempre estoy a tiempo. Aunque lo del hijo... cada vez lo veo más lejano.

El pasado 11 de abril asistí al bautizo de mi queridísima "OLAYA". Mi "niña" que vosotros, los seguidores del blog, tuvisteis la oportunidad de ver nacer y seguir la historia, aquí mismo. Fue vuestra culpa que Olaya tuviera tanto éxito y por eso quiero compartir con vosotros la alegría y agradeceros la fuerza que me distéis para seguir con ella.

Pertenezco a una "gran familia" literaria. Hace un año me uní a un inmenso grupo de personas maravillosas, de la mano de Susana (mi editora y sobretodo amiga). Cuando me uní a ellas, éramos unas 900 personas y ya hemos llegado a 17.000. Sí, habéis leído bien, 17.000 personas que nos une una ilusión: Somos todas unas Locas por la Lectura (como bien dice el nombre del grupo). Os invito a todos los que seáis amantes de la lectura (sea cual sea su género) echéis una ojeada al grupo de facebook y veáis lo que allí se cuece.

Bien, pues estas locas creyeron en mí desde el primer momento que leyeron la historia de Olaya. Pasamos por nuestros altos y bajos. El camino ha sido largo, pero no duro. Supongo que cuando confías en alguien, la espera es más llevadera porque sabes que le van a dar el mismo cariño que tú. Y no supongo mal. 

El día 31 de marzo salía a la venta Olaya en el portal digital (Amazon) y el pasado 11 de abril se hizo la presentación oficial en Can Ninetes. ¿Por qué en Can Ninetes? Fácil. Primero porque se hacía en mi barrio y segundo, porque tenía ganas de presentarlo en la casa que tantas veces había visto desde pequeña y estaba en ruinas. Desde el primer día que entré allí una vez restaurado supe que no me había equivocado a la hora de elegirlo. Tenía que ser aquel sitio y así fue.


Esperando a entrar en Can Ninetes.


Una barbacoa. Eso fue lo que decidimos hacer el mismo día de la presentación. Locas (y locos) de la provincia de Barcelona y de Tarragona, subían expresamente al acto de mi libro y decidimos comer todos juntos. No costó convencer a mis padres para que se hiciera en el porche de casa. Había espacio suficiente para un grupo de gente, aunque este grupo constara de más de 40 personas. Cualquiera hubiese puesto las manos en la cabeza, pero mi familia está acostumbrada a estos tinglados.


Así comímos l@s Loc@s el día de la presentación.


Una de las cosas que más gracia me hacía (no me molestaba, pero más de una vez puse los ojos en blanco) es la típica pregunta: "¿Estás nerviosa?" A lo que yo tranquilamente y honestamente siempre contestaba lo mismo "Pues no". Y no mentía, lo juro. me decían que quizás fuese por que todavía no había llegado el momento y que quizás los tendría en la presentación. ¿Por qué narices está todo el mundo empeñado en que tenía que ponerme nerviosa? ¿Defraudé a alguien por no estarlo? ¿Preferían que tartamudeara, que me sudaran las manos o que me pusiera blanca como el papel?. Pues lo siento, pero... No. No lo estaba.

La madrina de mi niña vino desde Almería. Desde el primer momento que me dijeron que la madrina de Olaya sería Angy Skay, un escalofrío de emoción recorrió mi cuerpo. Ella sabe que no la quiero (en realidad la adoro) y no podría haber confiado en nadie mejor que ella, para esta ocasión. Angy ha sido mi soporte, junto a Susana en estos meses y sabe por lo que he pasado hasta llegar aquí. 

Llegó el momento de llegar a Can Ninetes, y ¿cuál fue mi sorpresa? Pues que una vez aparcado el coche, tengo prohibido (sí, habéis leído bien "prohibido") entrar en el centro. ¿La razón? Me dijeron que estaban preparando la sala. Hasta aquí bien, lo malo es cuando me dijeron que a mi familia también la habían echado del recinto. No soy demasiado fan de las sorpresas (aunque si luego me van a gustar, sí) y el no saber lo que allí se cocía, me picaba la curiosidad. Repito para los que no recordáis lo que dije antes: No estaba nerviosa. Aunque la cara de mi hermano al llegar y contarle porqué estaba encerrada en el coche de mi amiga Ester y porqué Jessica y Elisenda me vigilaban para que no entrara, era un poema. 


El momento de mi "secuestro".


Hasta que llegó la hora y tengo que reconocer que la espera había merecido la pena. La sala estaba decorada de ensueño. Las sillas colocadas, la mesa preparada con los libros y la mesa principal... Mejor imposible. Un velo, velas encendidas con olor a vainilla (relacionadas con una escena del libro), fotos colgadas con la portada del libro...

Nos sentamos en la mesa: Angy, Susana y yo. Manel Mesquita (periodista que lleva la revista digital del barrio "el dimoni") hizo para comenzar una pequeña introducción del barrio que me vio nacer (Santa Eugènia de Ter) y después
de mi infancia e adolescencia. ¿Cómo se informó? Fácil, el día anterior llamó a mi padre y le hizo una serie de preguntas. Más de una risa se me escapó y cada vez que iba a decir algo nuevo, ponía los ojos como platos al pensar "A ver qué va a soltar ahora". Pero no, todo fue bien y hay que reconocer que lo hizo hasta bonito. Al menos a mí me gustó y sé que a más de uno también.

Susana y Angy hicieron una pequeña introducción y después llegó el turno de sus preguntas acerca de Olaya y de mí misma. ¿Os tengo que volver a repetir que no estaba nerviosa? Mira que tenéis ganas que os diga que sí. Pues siento decepcionaros.

Hablé de cómo comencé a escribir, como fue Jordi Vilamitjana de importante en mi vida (profesor de instituto, fallecido el año pasado y a quien le dedico unas palabras en el libro) y sobretodo como nació OLAYA. Vosotros, los lectores de este blog, sabéis como fue la historia de la "niña". Como nos divertíamos los lurtes y los juernes, publicando a las doce en punto de la noche, un nuevo capítulo de las aventuras de Olaya y Eduardo. Me sentía cómoda hablando a cerca del libro que tantos buenos ratos me hizo pasar cuando lo escribía, cuando lo comentaba con mis amigas, cuando hacíamos las batallas de las canciones, cuando buscaba ideas, cuando buscaba tramas... preguntas, respuestas, intrigas...


Angy Skay, Susana Martínez y yo


Mi madre era la única persona que sabía el as que tenía en la manga para aquella ocasión. Quise agradecer a toda aquella gente que me había confiado en mí desde el principio de comenzar esta andadura. Pero sobretodo, quise dedicar (sin decir nombres) a TODAS LAS PERSONAS QUE DURANTE MI INFANCIA NO CONFIARON EN MÍ. A todas aquellas que decían que no llegaría a ninguna parte. Señoras, lo siento, pero... HE ESCRITO UN LIBRO. Se venderá más o se venderá menos, pero al menos he tenido los santos ovarios, de hacer algo en mi vida y no me he quedado en un rincón como ustedes pretendían. Así que... VA POR USTEDES! (Luego vendrá el caso de que algunas cuando me vean por la calle, encima me cepillarán la espalda, como decimos aquí).

En fin, que todo salió genial e incluso se me hizo corto. y la firma de libros fue donde más disfruté. Familia, amigos de toda la vida (de la infancia, de la adolescencia, del barrio, del trabajo) y sin olvidarme de mis "Locas". 


Mis "Locas por la Lectura".



Gracias "Locas" por estar en un día tan importante para mí. 






viernes, 2 de mayo de 2014

Carta a OLAYA



Querida OLAYA:

Ha llegado el momento. Ha llegado TU momento. Hemos pasado un largo camino juntas y quién nos iba a decir que acabaríamos así. Todo ha salido bien. Bueno, al menos, comienza a salir bien. No tengo hijos, pero para mí, Tú eres mi Hija. Porque yo te creé y siempre quise que acabaras viendo la luz. Y la verás. Claro que sí.

El día de hoy firmando tu partida de nacimiento.

El destino se cruzó en nuestro camino. Hubo una persona (junto a un grupo de amigas, “locas por la lectura”) que creyó en nosotras. Y eso hay que tenerlo en cuenta. Hoy en día, nadie regala duros por pesetas. Eso te lo puedo asegurar yo. Pero la esperanza que tenían ellas, ha hecho posible que HOY firmara tu registro en el mundo literario. Y ya está. Firmado y requetefirmado (te lo puedo asegurar). Ha sido uno de los mejores momentos de mi vida. Y el día que te vea en forma de libro, estoy segurísima que lloraré de alegría.

Todavía hay gente que confía en los demás
Estas están "Locas por la lectura"


Fuiste la que me ayudaste a hacer mi patología más llevadera. Pasaba horas contigo y me hacía olvidar muchas cosas. Primero comenzamos con un capítulo por semana. Si te soy sincera, no sabía donde me estaba metiendo y tenía miedo que la gente no te quisiera. Pero, afortunadamente me equivoqué. Has sido de lo que más orgullosa estoy en la vida. Seguidoras de tu historia, me comentaban cada semana tu capítulo y se morían de ganas de seguir el siguiente. Hasta que llegó un momento que la solicitud de capítulos pudo conmigo y no pude frenarlo. Así que me aventuré a 2 capítulos semanales (los LURTES y los JUERNES). Hacíamos batallas de canciones en el grupo de Facebook, para que la gente me ayudara con los videoclips que ponía en cada post. Fue muy bonito y muy emocionante. Nos reíamos mucho. Amigas mías me escribían y me daban las gracias por la aventura que habías pasado con Eduardo e incluso sus novios estaban satisfechos, porque TÚ les dabas ideas para romper su monotonía en pareja.

No quise ponerte foto. ¿Para qué? Quise que cada mujer que te leyera, se imaginara a ella misma como tú. Que imaginaran que cada vez que Eduardo te tocara, sintieran que era a ellas a quien se dirigía. Sus caricias, sus besos, sus abrazos, sus mimos… Todo eso era algo que yo quise que compartieran contigo.

Tu Eduardo


El día que quise borrarte del blog, fue una decisión dura. Lectores de muchos países te siguieron. Todo el continente americano y europeo, eran asiduos. Pero cuando vi que te extendías por Asia, África y Oceanía, aquello me sorprendió gratamente. Quería que el mundo entero te conociera, y lo estaba consiguiendo. Pero ahora te conocerán, aunque de otra manera. Te podrán… tocar. Sí, tocar. Seguro que más de una vez que te lean, les sudarán las manos de emoción, te acariciarán las páginas de papel y podrán prestarte a la vecina o a la amiga, porque saben que les harás bien.

Estoy tan orgullosa de ti. Que estoy deseando tenerte en mis brazos, yo también.

Nos vemos pronto pequeña.

Un beso, te quiero

Belén







sábado, 8 de febrero de 2014

DESCANSO MENTAL NECESARIO



La vida es vivir y disfrutarla. El día a día nos llena cada vez más. Pero hay momentos en que el cerebro dice basta. Y es lo que me pasó a mí. Estaba disfrutando como nadie de esta historia "MAUREEN" pero anímicamente no me siento en condiciones de continuar, por ahora. Voy a seguir escribíéndola, por su supuesto. Pero digamos que sin las fechas de entrega, como la estábamos teniendo hasta ahora.

¿El motivo? Todos sabéis de mi patología. De hecho, ya hablé aquí en el blog. Y los que no lo sepáis, sufro de una patología que se llama "AGORAFOBIA". Tiene que ver con el estado anímico, y como es normal todo forma parte de la depresión. 

Estaba orgullosa (qué digo, más que orgullosa) de como lo estaba llevando. Pero hay cosas en la vida, circunstáncias, el cambio de estación, el entorno, la muerte de Weiss (mi gata blanca la cuál tod@s sabíais que adoraba), el sentirme agobiada con alguna gente y situaciones, que hacen que de vez en cuando te vengas un poco a bajo. Todo esto me ha superado.



Digamos que estoy, un poco... "Down" (baja de moral) no es nada más que eso. Aunque es muy normal. Sigo desde hace 6 años mi tratamiento psicológico y psiquiátrico y estoy más que contenta. Pero no deja que de vez en cuando se salga una lágrima de más, sin ningún motivo o que me agobie el simple hecho de salir a la calle.

Bien, no voy a entrar en lo motivos, pero es  lo que hay. Sé que muchos de vosotros os olvidaréis de mí. Otros me consta que estáis aconsejando mi blog y eso hace que me alegre el ver las estadísticas (es lo que más me gusta) y ver la cantidad de países donde están llegando mis letras.

Cuando digo que necesito desconectar, lo digo con TODO. Mi face lo voy apagar (ya lleva unos días sin funcionamiento) el Twitter, Tumblr e incluso Instagram.

Me voy a dedicar a mí durante un tiempo, que es lo que realmente necesito. Y en cuanto me encuentre mejor, voy a volver a la carga.

Muchas gracias a tod@s por vuestra fidelidad.

lunes, 1 de julio de 2013

El primer encuentro sexual


  


La verdad es que después de tanto tiempo sin apenas salir, el hecho de ver a tanta gente, me hace pensar en el carácter de las personas.


Todos sabéis a lo que me dedico a la hora de escribir (chicas, relaciones, sexo…) pero, decirme la verdad ¿Creéis que todo el mundo es cómo aparenta? Me refiero, a… pues eso, íntimamente, en la cama. Muchos de los chicos chulitos que van de duros, luego resulta que no valen nada en la cama y al revés también. Algún chico del que nunca os habríais fijado y después resulta que es fantástico en el tema.

No me digáis que muchas veces en cuanto habéis visto a un chico, no os habéis llegado a preguntar cómo sería… en la intimidad, en la cama. Lo siento, pero quien diga que no… ¡MIENTE COMO UNA BELLACA!!!

Quien no se ha fijado nunca en la nariz respingona de Brad Pitt, los ojos de Warrick Brown, el cuerpo de William Levy, la seducción de George Clooney, Matt Bomer, Sawyer (de Lost)…  (Belén que te pierdes) Bien, centrémonos. No me digáis que NUNCA os los habéis imaginado en la cama. Porque vamos… (El hambre me está afectando).

Mucha gente da por hecho de que yo practico todo lo que escribo. Pues no. No os confundáis. También cabe decir, que tengo una edad y que algo sé (para qué nos vamos a engañar). No soy precisamente una monja, pero vamos, creo que mi vida sexual, aquí a nadie le importa. Simplemente escribo cosas que sé que a muchas de vosotras os gustaría practicar. Y me consta que a muchas os he dado alguna idea.  A lo mismo, que algunas también me habéis dado ideas a mí (¡Gracias!).

Vamos a ver, ahora no seáis “gilipollas” y a la mínima que se os presente un pivonazo o el chico por el que habéis estado suspirando durante tiempo, o 1: os hagáis las estrechas, o 2: os hagáis las duras, o 3: esperéis que os lo hagan todo. ¡NO! Os lo tengo dicho montones de veces. El sexo está para disfrutarlo en pareja. Es cosa de dos y los dos os lo tenéis que pasar bien.



Mimos: Donde estén unos buenos previos, que se quiten todos los mete-saca del mundo. Si os acordáis, tanto OLAYA como LUCY disfrutaron así del sexo con Eduardo y con Johan. Es más, Johan sabía que a LUCY le faltaba cariño en su vida sexual. Y ella descubrió cosas que ni imaginaba que existían.



Juguetes: Mirad, qué queréis que os diga: Esposas, pañuelos, consoladores, bolas chinas con mando a distancia,  juguetes en general, yo estoy de acuerdo con todo eso, pero ni se os ocurra en la primera cita. Si el chico ya comienza así en la primera cita… le quita todo el romanticismo y manda a paseo la noche. ¡Ojo! Siempre y cuando hablemos de sexo, esperando algo más. Si es un simple polvo… HACER LO QUE OS DÉ LA GANA.




Caricias, lamidas, besos… ¡BIENVENIDOS SEAN!!!! Vuelvo a decir lo mismo de antes: A quien no le gusten…. ¡MIENTE COMO UNA BELLACA! Yo salía con un chico, que en eso era bastante parco y la verdad, cuando conocí a otro que me lo daba… ufff, (todavía me emociono al recordarlo)



Lubricantes: Recomiendo TODOS los del mercado. Desde velas masajeadoras, geles aromáticos y potingues varios. Además hay algunos que huelen tan bien, que parecerá que llevas loción corporal y de vez en cuando os recordará la noche anterior.



Masturbación mutua: SIEMPRE de la LIFE. No hay que explicar mucho más, ¿no? Además, se puede hacer en un montón de sitios. PONERLE IMAGINACIÓN.



Sitios: ufff… casa, campo, playa, montaña. Aunque todos tienen algún inconveniente… hay que mirar el lado bueno. Que sí, que sé que la arena de la playa es algo molesta (y acabáis como croquetas), pero el rumor de las olas seguro que os lo hace olvidar. Campo… que sí que las ramitas, las piedrecitas y esas cosas, como que fastidian un poco. En fin, echarle imaginación a la cosa.



Vivir la noche como si fuera la última. No penséis que es un polvo y que el siguiente se puede mejorar. ¡NO! ¿Y si al día siguiente no le volvéis a ver? “CARPE DIEM”. Pues eso, que os quiten lo “bailao”.



Posturas: Uf, ahí… ya he dado demasiadas ideas en el tema, en muchas ocasiones. Desde el misionero, las escaleras, de lado, a cuatro patas, de pie…  

Os recuerdo la primera vez que Lucy y Johan se acostaron (en mi libro LUCY):

"Paramos junto a la cama y se colocó frente a mí. Se dedicó unos segundos para mirarme. Agarró el borde de mi jersey y lo subió, hasta quitármelo. En ningún momento me apartó la mirada. Se posó tras de mí, me besó el hombro y el cuello. No pude evitar estremecerme. Cerré los ojos y sentí aquellos labios en mi piel. Sus manos me acariciaron la espalda y se deslizaron en mi estómago. Volví a dar un respingo y a dar un tímido gemido. Mi bajo vientre me estaba dando señales. Me rodeó y se colocó frente a mí. Bajé la cabeza, pero me la levantó con sus dedos, para obligarme a mirarle a los ojos. Los tenía fijos en los míos, se acercó y me besó de nuevo. Su lengua se introdujo dentro de mi boca y comenzó a explorarla. Aquel beso se alargó y pasó a ser sonoro. Mis manos se alzaron por instinto y se colocaron en su cuello. Las suyas bajaron al botón de mis vaqueros, lo desabrocharon y bajaron la cremallera. Introdujo sus dedos en el interior de la cintura del pantalón y tiró para abajo, para desprenderse de ellos. Levanté mi pierna y me ayudé a quitármelo. Me quedé en ropa interior. Me gustaban sus besos, tengo que reconocerlo. El chico besaba bien, muy a mi pesar. Y le gustaba. Él también comenzó a deshacerse de su ropa sin abandonar mis labios. Nos estábamos dejando llevar y por lo visto, nuestros cuerpos cogieron el control. Estábamos los dos en ropa interior, de pie y seguíamos con nuestra particular batalla. Pasó sus manos por mi cintura, hacia mi espalda y las levantó hasta alcanzar el cierre del sujetador. Lo abrió, bajó las tiras, me lo quitó y restregó sus manos hacia delante hasta posarse en mis pechos y acariciarlos suavemente. Mis pezones estaban duros y me dolían. Aquello hizo que mi sexo palpitara con fuerza. Separó sus labios de los míos, me miró a los ojos, luego a la boca y me acarició la mejilla. Su respiración se notaba agitada.

_Me gustas Lucy – me susurró - Y te lo voy a demostrar.

Con cuidado, me tumbó en la cama y me quedé boca arriba. Se deshizo de mis bragas y acto seguido él también se quitó sus calzoncillos. Y allí estaba yo. Con un chico joven, totalmente desconocido, en su cama y a punto de echar un polvo. Quería estar nerviosa, pero de repente, lo único por lo que me sentía excitada, era por el momento. Aquel chico estaba cumpliendo con lo que me había prometido y estaba dispuesto a dar más. Se echó junto a mí y con sus dedos comenzó a recorrer desde el interior de mis muslos, pasando por mi sexo, mi ombligo, mi costado, mi pecho y llegando a mi cuello. Mi cuerpo comenzó a calentarse más si cabía. Estaba mojada y me daba vergüenza, pero no era momento de mostrar pudor alguno. Volvió a bajar la mano y se posó en mi pezón. Comenzó a dibujar círculos alrededor de él y al tocar el centro, gemí levantando mi cadera. Se posó encima de mí y se inclinó a la altura de mi pezón, para ponérselo en la boca. Primero jugueteó un rato con su lengua, volviendo a dibujar círculos alrededor, para después darle un leve mordisco y succionarlo. El momento del mordisco me hizo retorcer y volver a levantar la cadera. Posé mis manos en su cara y le busqué para que me besara. Y vino a besarme. Me besó tan lentamente y tan apasionadamente, que noté como mi cadera iba serpenteando. Sus manos me acariciaban el costado… el muslo… aquello hacía que pidiera más. Bajó su mano, la posó encima de mi sexo y con sus dedos comenzó a dibujar círculos en mi clítoris. Comencé a gemir a medida que su lengua seguía en mi boca. Aquello me estaba gustando y la humedad de mi bajo vientre me estaba delatando. Separó sus labios de los míos y bajó a la altura del cuello para seguir besándome y lamiéndome. Seguí gimiendo, mis manos le acariciaban y abrí más las piernas. Quería que me penetrara. Más besos por todo mi cuerpo y aquellos dedos que no dejaban de darme placer en mi clítoris. Hasta que paró. Me miró, se mordió su labio inferior y alargó la mano a la mesita de noche, para abrir un cajón y sacar de allí un paquetito. Era el condón. Lo abrió y miré aquel paquete con deseo. Aquello tenía algo que sabía que me iba a rematar la faena. Y si se movía de la misma manera que me había estado… mimando, todo aquel rato... Aquello prometía. Se lo colocó con cuidado, me besó el pecho, pasó los dedos por mi sexo mojado y se los metió en la boca. Me miró a la cara, me sonrió levemente, se posó encima de mí y me penetró. Apenas sentí aquella entrada. Estaba tan mojada, que le fue tan fácil… se acercó a mí y me dio un leve lametón en los labios. Cosa que hizo que yo fuera en busca de su lengua. Le gustó mi reacción y volvió a repetirla, para yo darle caza al final. Aprisioné su lengua y la succioné. Se separó, me miró la boca y comenzó a moverse lentamente. Aquel ritmo era tan… perfecto. Aquel mete-saca no tenía intención de tener prisa y me hacía disfrutarlo a cada movimiento. Me abracé a él y comencé a besarle el hombro. Me sentía bien y estaba gozando lo que me estaba dando. Y comenzó a acelerar. Aquello era… especial. Se movía más rápido, pero su mirada no dejó en ningún momento de desconcentrarse de mi boca. Fue allí donde la fijó y cuando él llegó, lo que hizo fue darme un largo beso antes de dejarse caer junto a mí. No pensé que me costaría tan poco el llegar al orgasmo".



lunes, 24 de junio de 2013

MAUREEN 1



_Lo siento mucho, mi niña.
_Te acompaño en el sentimiento.
_Pobrecita. La única familia que tenía y se le va.
_Tienes otro ángel más que cuida de ti.

Y así sucesivamente, las vecinas del pueblo, me daban el pésame por la muerte de mi abuela. La mujer que me había criado después de que mi madre me abandonara, cuando yo apenas tenía 2 años de edad.

Si tenemos en cuenta que nací y me crie en un pequeño pueblo pesquero de Asturias, es obvio, que la noticia corrió como la pólvora. Todos los vecinos hicieron piña. A todos los conocía, a todos menos a uno. Un hombre con traje oscuro, de estatura media, pelo canoso y con una edad a punto de jubilarse, que no habló con nadie. Permaneció en un rincón y no hacía más que mirarme. Me podría haber fijado en más gente, pero no. Mis ojos se clavaron en él. Fue un instinto extraño. Aquella misma tarde salí de dudas.

_Maureen, este señor es el señor Sheridan. Ha venido a hablar contigo – me dijo la hermana de mi abuela.
_Hola Maureen – se presentó – Sé que hablas perfectamente inglés y comprenderás lo que voy a hablar contigo.
_Su abuela no quiso que perdiese parte de sus raíces – interrumpió mi tía.
_Gracias – le lanzó una mirada furtiva, a modo de que se callara, pero educadamente.
_En fin – volvió a dirigirse a mí - Como he dicho, tengo que hablar contigo.

Y comenzó a narrarme, lo que había venido a decir.


_Estarás muy bien con tu padre – me dijo mi tía, después de escuchar el discurso del sr. Sheridan.
_Pero apenas le conozco… – le dije extrañada - ¿Tú lo sabías?
_Sí. Tu abuela me lo refirió en su lecho de muerte. ¿Ella no te dijo nada?
_Nunca creí que lo dijera en serio – dije con la mirada clavada en mis maletas hechas.
_Tú continúas teniendo a tu familia aquí en Asturias. Pero tu padre está en Irlanda y allí está toda tu familia paterna. Vamos Maureen, – intentó animarme - tu padre no es un extraño para ti. Sabes que te quiere y que siempre se preocupó por ti.
_Sí claro. Una llamada cada “X” meses y un Christmas por Navidad. Tengo un “súper papá” – dije irónicamente.
_Míralo del lado bueno. Allí tienes más familia que aquí.
_Sí claro. Una familia que he visto 3 veces en mi vida. Un padre, unos abuelos, una madrastra que conocí el día de su boda y 3 hermanos. ¡Ufff! – dije fastidiosamente.
_Ya tienes más que yo. Yo solo tenía a tu abuela y a tu madre.
_ De la única que guardo más recuerdo es de la madre de mi padre… - recordé - ¿Me puedo quedar contigo? – le supliqué.
_Sabes que no puede ser – se apenó – Tu padre te espera. Pero a mí me tendrás siempre que me necesites. No dejes de escribirme – me acarició la cara.

La despedida de mi tía-abuela y mis amistades de Asturias, fue el recuerdo más duro que tuve, a parte de la muerte de mi abuela.



Tenía 12 años cuando aterricé en el aeropuerto de Cork con el sr. Sheridan, el abogado de la familia de mi padre. Recuerdo que al abrirse las puertas de la zona de llegadas, me esperaba mi padre, con un ramo de flores, su mujer Alison y sus dos hijos Jake (de 5 años) y Molly (de 3).

_Bienvenida – me dijo, algo cortado.

No sabía cómo reaccionar. Los dos nos quedamos parados, mirándonos a los ojos. En aquel momento, parecíamos dos extraños, en lugar de padre e hija.

_ ¡Por Dios, Seán! Dale el ramo a tu hija – dijo su mujer, haciéndole reaccionar.
_Sí… claro… - reaccionó – Toma – me lo ofreció.
_Gracias – fue lo único que se me ocurrió decir.
_Bienvenida, querida – le costó decir. Aunque en su mirada noté un brillo que jamás olvidaré.

La situación era bastante incómoda.

_No hagas caso a tu padre. Para unas cosas es muy atrevido, pero para otras, le cuesta arrancar – intervino Alison – Bienvenida “hija” – y me abrazó.

Aquel “hija” me sonó algo raro. Teniendo en cuenta, que lo estaba diciendo, la mujer que se estaba convirtiendo a partir de aquel momento, oficialmente en mi “madrastra”. Nunca lo había pensado de aquel modo. Llevaban algo más de 7 años casados y ya me tendría que haber hecho a la idea, pero no era así.

_ ¿Recuerdas a Jake? – me sonrió y apoyó su mano en el hombro del niño.
_Sí… claro – reaccioné y sonreí tímidamente al ver los ojos azules de aquel niño que me miraba, sin llegar a entender quién era yo.
_Y ella es Molly – presentó a la pequeña que guardaba un enorme parecido a mi padre y a la vez a mí misma, cuando tenía su edad – Darle un abrazo a vuestra hermana mayor.

Ninguno de los dos reaccionó. Simplemente se quedaron embobados mirándome.

_No pasa nada… - les excusé.
_Bueno pues… Creo que mi papel aquí ya no es necesario – dijo el sr. Sheridan – Maureen, te dejo con tu familia – me dijo – Seán – alargó la mano a mi padre – Estaremos en contacto, en cuanto tenga el papeleo listo.
_Muy bien. Gracias, Joe – estrecharon los dos sus manos a modo de “trato hecho”.


El trayecto a casa fue algo… extraño. Mi padre estaba muy callado, al contrario de Alison, que hablaba por los codos, al notar la incomodidad del silencio. Pararon el coche delante de un pub. El “Hagarty” era el pub de mi abuelo, donde trabajaba la familia. Entramos por una puerta lateral y dejamos las maletas a pie de escalera.

_Sube y te enseñaremos tu habitación – me sonrió Alison.

Obedecí, no sin mirar las paredes de papel dibujado color crema-granate y los escalones de madera, que sonaban al pisarlos. Subimos dos pisos, abrió una puerta y allí vi una habitación muy… femenina. Una cama con dosel, un armario blanco, una cómoda a juego,  una mesita de noche del mismo estilo y una mesa con una silla. Todo era algo… no sé, infantil no es la palabra, pero quizás, algo… juvenil, sí que era. Colores rosa pálido, mezclados con blanco y algo en rosa más oscuro. Menos mal que no había nada en fucsia, ni colorines fuertes que hicieran recordar en un cuento de Disney.

_ ¿Te gusta?
_Sí… Está bien – dije resignándome al mirar alrededor, el escenario que iba a ser parte de mi vida en los próximos años.
_ Acondicionamos el desván en dos habitaciones. Espero que no te moleste, pero no hay demasiadas habitaciones para cada uno de la casa. John dormía con Jake hasta ahora, pero se instaló en la habitación de enfrente, hace unas semanas.
_ ¿John? – le pregunté extrañada.
_Sí, tu hermano mayor, vive ahora con nosotros. Vaya, ahora sí que somos familia numerosa – sonrió.

John era mi hermano por parte de padre, de una relación anterior a la de mi madre. Tenía 16 años, pero no sabía que vivía con ellos. La última vez que le vi fue para la boda de mi padre, claro, como a toda la familia.

_ ¿Y él duerme aquí arriba también?
_Sí. Vaya, el desván va a ser “zona adolescente”.

Aquella mujer estaba siendo muy amable conmigo y no sabía qué reacción debía tener. Yo era una niña, algo desconfiada, pero me estaba siendo algo incómodo no agradecer aquella atención. Sonreí tímidamente sin dejar de mirar toda la habitación. Me acerqué a la mesa de escritorio y vi dos folios con dos dibujos.

_Jake y Molly quisieron hacerte un dibujo de bienvenida.
_Son muy bonitos… gracias.
_Bien, será mejor que bajemos al pub y saludemos al resto de la familia. Tu padre está abajo también y estoy segura que tu abuelo querrá verte.
_ ¿Y la abuela? ¿Está abajo también? – me interesé.

Tenía buen recuerdo de ella. Bien, todo el buen recuerdo que puede tener una niña de 5 años, que fue la última vez que la vi. Mi padre siempre me dijo que aparte de tener su mismo nombre, ya de pequeña apuntaba maneras para tener su mismo carácter.

_Claro que sí.

Aquello me alegró. Fue la “primera buena noticia” que sentí y tenía ganas de bajar.
En el recibidor de casa había una puerta de madera vieja que comunicaba con el pub y al abrirse, el olor que recordaba de mi infancia se hizo presente. Aquella mezcla de cerveza, whiskey, tabaco… todo me hizo recular a mi infancia. No recordaba muy bien la decoración, ni la distribución de la casa, pero el olor era inconfundible.

Al primero que vi fue a mi padre hablando con un hombre en la esquina de la barra, junto a él estaba mi abuelo Eoin (Owen), mi tío Brannagh (Brana) y atendiendo una mesa, estaba mi hermano John. No vi a mi abuela, a la que busqué. Me sentí algo rara al ser saludada por tanta gente que allí había reunida. Parte de la familia de mi padre de la que apenas guardaba un vago recuerdo,  había venido a recibirme.

_Dejarla respirar – oí una voz tras de mí – Así lo que vais a lograr es asustarla.

Me giré y la vi. Era mi abuela. Pelo canoso (que antaño había sido pelirrojo, como el mío) ojos verdes, nariz respingona y maquillada de la manera más coqueta que se podía.

_Nana – susurré y me alegré.
_Ven aquí, niña – me abrió los brazos.

Me abracé a ella y olí aquel olor a violetas que tanto me gustaba. Respondió a mi abrazo y me acarició el pelo.

_Estás preciosa – me apartó para mirarme a la cara.
_ ¡Dios santo! – Exclamó mi abuelo – Tiene el mismo parecido a ti cuando te conocí.
_ ¡No digas tonterías! – Le regañó ella – Maureen es más hermosa, y la mezcla española e irlandesa, la hace más especial. Pero el encanto celta, lo sigue manteniendo en sus venas – se enorgulleció.

No había cosa en el mundo que le enorgulleciera más a mi abuela, que la cultura celta. Ella nació en el norte de Irlanda, en Blacksod, en el condado de Mayo. Cuando mi padre se casó, recuerdo haber pasado allí unos días con ella  y mi abuelo.

_Bienvenida – se acercó John.
_Gracias – le agradecí.

No sabía lo que era tener un hermano. Me había criado sola toda mi vida, con apenas la compañía de mi abuela y su hermana solterona. Y de repente, tenía una enorme familia. Padre, madrastra, hermanos, abuelos, tíos, primos…

_Llevan días preparando tu llegada – me confesó mi hermano en un rincón.
_Muchos no les conozco – le dije observando a la multitud.
_Yo tampoco les conocía, pero los verás muy a menudo por aquí. Este es el centro de reuniones de la familia y de la zona.

Las pintas de cerveza comenzaron a correr y la puerta no dejaba de abrirse y cerrarse. Aquel ajetreo, pronto me daría cuenta, que era la cosa más normal.


_ ¿Cómo es? – le pregunté a John en la escalera, en un momento en que conseguí estar sola.
_ ¿Cómo es, quién?
_Eh… - me costaba pronunciar la palabra, pero debía acostumbrarme – “Papá”.
_Es – pensó y se sentó a mi lado - reservado, observador, de pocas palabras… pero se puede hablar con él.
_Pues a mí apenas me ha dirigido la palabra – le reproché.
_Dale tiempo. Él no es como Alison – bromeó.
_ ¿Y ella? ¿Cómo es?
_Es buena mujer. Quiere mucho a papá y todo lo que le envuelve. Yo desconfié de ella cuando vine a vivir aquí, pero no se mete en mis asuntos y con eso me basta. Dice que para mis problemas, debo recurrir a papá, porqué son cosas de hombres. Pero que si él no me hace caso, que ella estará allí.
_Es mayor que papá, ¿no?
_Sí. Pero se llevan bien. Desde que estoy aquí, no he oído nunca una riña entre ellos.
_ ¿Por qué estás aquí?
_Digamos que no le gusto demasiado a la pareja de mi madre. Y ella como está locamente enamorada de él… - suspiró mirando al suelo - Pues vine aquí. que ella haga su vida y yo haré la mía.


A los 10 días comencé las clases en el colegio de la zona. Un colegio público, donde yo era el nuevo “bicho raro”. Diana perfecta de las bromas. La “española” recién llegada. La niña que le costaba seguir las clases por la falta de comprender el idioma al 100%. La que no se enteraba de nada en las clases de “gaélico”. En fin, no fue idílico que digamos. Niñas repelentes que me hacían el vacío, por ser “la nueva” y chicos que pasaban de mi cara. Todos menos uno: Dylan Ronayne. Él fue mi amigo de escuela y de instituto. A él también le hacían el vacío, por ser… “diferente”. A diferente, me refiero a que se corrió la voz por el tema de su homosexualidad y los demás chicos de daban de lado. Sí, en una época donde la homosexualidad no estaba del todo aceptada en aquella sociedad. En fin, nos convertimos en “besties” a la fuerza. Digamos que nuestros vacíos se unieron.

En casa (a mi padre en concreto) les chocó bastante el tema de Dylan, al principio. A Alison, no le importaba y a mi hermano John, digamos que lo aceptaba, pero que se mantuviera apartado, por si acaso. En fin, una vergüenza, ya que yo lo veía de la manera más normal, al haber tenido como vecino en Asturias a un chico de la misma orientación sexual.


Mi vida en Cork fue adaptándose, poco a poco. Las reuniones familiares, la vida entre casa, la escuela y el pub, las tardes de paseo con Dylan, el cuidado de mis hermanos menores y la aceptación por parte de mi hermano John, de tener a una hermana adolescente. Alison estaba encantada con aquella vida familiar y mi padre, pasaba mucho tiempo trabajando en el pub.

Una tarde, tuve dudas con un trabajo del instituto. Internet no funcionaba, necesitaba información de unos atlas que había visto en el dormitorio de John. Él estaba abajo trabajando y pensé que no le molestaría si entraba a cogerlos prestados. John era muy celoso de su intimidad y siempre tenía la puerta cerrada. Nos llevábamos bien y habíamos hecho del desván nuestro propio territorio. Pero  eso no tenía nada que ver con que sus cosas personales, eran suyas y debía pedirle prestadas las cosas siempre que las necesitara. La verdad es que me daba pereza bajar abajo para pedirle permiso acerca de los libros. Así que me acerqué a la puerta, afiné el oído por si había alguien cerca y giré el pomo con cuidado para hacer el mínimo ruido posible. Abrí la puerta con cuidado y mi sorpresa fue que vi a alguien echado en la cama. Paré en seco. Aquel no era John. Mi hermano era rubio como la cerveza y aquel cabello que asomaba era moreno. No sabía qué hacer, si entrar o salir con el mismo cuidado. Opté por lo segundo. Vaya… ¿Quién sería? Conocía algunos amigos de John, pero simplemente por el cabello, no podía adivinar quién era. ¿Tom? ¿Silver? ¿Danny? Bajé al pub y me acerqué a él.

_John, tengo problemas con internet – le dije mientras estaba fregando unos vasos - ¿Me podrías prestar unos atlas que tienes en tu dormitorio?
_ ¿Tiene que ser ahora? – se fastidió.
_Necesito presentar un trabajo para mañana. Si no lo hago, la Srta. McCurry me cuelga – exageré.
_Espera unos minutos. Termino esto que estoy haciendo ahora y te los doy.
_Dime dónde está y yo misma, los puedo coger – intenté.
_ ¡No! – Se sobresaltó – Ya te los daré yo. Espérate unos minutos, como te dije.
_Está bien - me extrañó su reacción y observé como se afanaba en terminar su tarea.
_Te los dejaré en tu dormitorio. Espérame allí.

No me atreví a decirle que sabía que había alguien en su cama. Aunque luego pensé que había deducido que sería algún amigo suyo, pero también podría ser alguna amiga. En fin, mejor era no decir nada, porque alguna vez había visto a John enfadado y no me gustó.

_Aquí tienes – dijo entrando en mi dormitorio y dejándo los libros encima de mi cama.
_Gracias. Eh… ¡John! – le llamé al ver que abandonaba el dormitorio.
_ ¿Sí? – se giró.
_Eh… Si tengo alguna duda… ¿te puedo preguntar? – no sabía cómo sacarle el tema.
_Claro – contestó a modo obvio.

Cerró la puerta, me la quedé mirando unos segundos, fijé mi mirada en los libros que había dejado en la cama, pero… no me quedé satisfecha. Mi hermano escondía algo, mejor dicho alguien en su cama y no estaba dispuesto a que fuera descubierto. Entreabrí la puerta y me senté en el suelo, al borde de la cama, mirando hacia la puerta, con el libro abierto, esperando atisbar algún movimiento. Esperé y esperé, hasta que se oyó algo que se caía en la moqueta del dormitorio de al lado. Mis ojos se abrieron como platos y comencé a impacientarme. “¡Vamos! Abre la puerta” susurré bajito. Pero ese acto no se llevó a cabo hasta unos segundos después. El pomo de la puerta comenzó a girar lentamente y la puerta comenzó a abrirse. Mis ojos se pusieron como platos por la intriga, hasta que vi una cara asomarse, vigilando por si había alguien.

_Puedes salir. No hay nadie – dije, sin verle la cara al “invitado” – Todos están fuera y John está en el pub.



Esperaba que mis palabras le tranquilizaran y pudiera salir. Y así fue. La puerta se abrió del todo y se dejó ver de cuerpo entero. Era alto, moreno, ojos verdes y con un torso desnudo que le dejaba al descubierto un gran número de tatuajes marcados en la mitad de su cuerpo. Paró y me miró. ¡Dios! Aquella mirada se me clavó de tal manera, que mi vientre dio un respingo. De repente me ruboricé. No esperaba aquella reacción en mí.

_ ¿Esta puerta es el baño? – me preguntó señalando la tercera puerta del desván.
_Sí… sí – tartamudeé.

Entró, sin darme las gracias, pero no me importó. Aquel chico había producido una reacción en mí, que nunca en mi vida había sentido. Me toqué la frente y noté que estaba sudando. Mi corazón se había acelerado y mi mirada seguía fija en la puerta. Al salir del baño, volvió a mirarme:

_ ¿Dices que John está en el pub y que no hay nadie en casa?
_No. Es domingo por la mañana. Estarán dando el paseo familiar.
_ ¿Y tú no has ido? – se extrañó.
_No. Yo… - miré los libros – debo de estudiar.

Me miró y se dirigió a las escaleras, para bajar, sin ni siquiera despedirse. Miré la puerta fijamente y seguí nortada por unos minutos. ¿Quién era? Nunca antes le había visto. No me sonaba de haberle visto antes. Llevaba 4 años en aquella casa y si le hubiera visto antes, lo hubiese recordado.


_Maureen… – dijo mi hermano entrando en la cocina – Tenemos que hablar – dijo mirando de un lado a otro.
_Todavía no han llegado – dije cogiendo un paquete de patatas del armario.
_Perfecto. Lo que has visto antes… - me advirtió – No lo has visto ¿de acuerdo? – me levantó el dedo a modo de advertencia.
_ ¿Me estás amenazando? – me extrañó.
_No. Pero hazme el favor.
_John – le miré y me senté en la encimera – Desde que estoy aquí, “nunca” me he chivado de nada. Y menos de las chicas que has metido en tu cama – le guiñé un ojo – Pero no sabía que también metías a chicos – le sonreí.
_ ¡No seas tonta! Yo no soy como tu “amiguito” Dylan.
_No empieces a meterte con Dylan y nos llevaremos mejor – le sugerí – Bien, ¿me vas a decir quien es tu amigo?

Se oyeron unos ruidos en el pub y miramos a la puerta.

_Ven al pub y te cuento. Ahora tengo que ir.

La curiosidad me picaba tanto que no pude resistirme. Di un salto para bajarme de la encimera y crucé la gran puerta de madera que comunicaba el recibidor de casa con el pub. A penas había 4 clientes. Los de siempre, Tom, Phil, Declan y el viejo Liam. Requerían la presencia de John para otra ronda.

_ ¿Y bien? – me puse a su lado tras de la barra, mientras ponía las 4 pintas.

No fue hasta que las sirvió, que me llevó al rincón, alejados de los oídos de los demás.

_Prométeme que no le vas a decir a papá que has visto a Aidan en casa.
_Vamos bien, por ahora sé que se llama Aidan – ironicé.
_No seas infantil – se puso serio - ¿Me lo prometes?
_Parece más serio de lo que parece. Está bien, te lo prometo. ¿Por qué debo prometerlo?
_Aidan está metido en un lío y ha venido a pasar la noche aquí, por qué no puede ser visto.
_ ¿Por quién? ¿Por la policía?

Me miró, sin asentir, pero con aquella mirada lo dijo todo.

_ ¡Dios John! – Me escandalicé - ¿Tú no tendrás nada que ver en esto no?
_No. Por eso recurrió a mí.
_ ¿Qué tipo de lío? ¿Drogas?
_No. Bandas. Ha habido una pelea entre dos bandas y él estaba en una de ellas.
_ ¿Y le buscan?
_Está fichado y tiene todas las papeletas de que lo cojan. Así que… mantenme el secreto.
_ ¿Y se va a quedar en tu cuarto?
_Hasta que no tenga nuevas órdenes… sí. Bueno, entonces… ¿Me echarás una mano, sí o no?

Le miré a los ojos. John y yo, no éramos íntimos, pero tampoco nos llevábamos mal. Nos llevábamos como dos hermanos y punto. Él fue quien más me ayudó al integrarme en la familia. En cierto modo se encontró en la misma situación que yo, al llegar tarde a la familia.

_Está bien…
_Perfecto. Entonces… ¿puedes subirle algo de comer?
_ ¿Para eso me quieres? – me molesté - ¿Para hacer de recadera?
_Maureen… - puso los ojos en blanco.
_Estaba bromeando. Anda, yo me encargo – me dirigí a la puerta – Eso sí, intenta que Jake no suba al desván.